La oración de súplica


La oración de súplica es uno de los medios mas efectivos para acercarnos a Dios y sintonizar con su presencia. Nace de la conciencia de nuestra pobreza y total dependencia de Dios y al mismo tiempo potencia esta actitud de infancia espiritual.

¡Que liberador es entender que nosotros no podemos nada por nosotros mismos!; saberse inválido y conocer que Dios es la fuente de toda bendición; que TODO ESTÁ EN SU MANO y que lo único que nosotros podemos hacer es pedirle. Esta es la llave que abre todas las puertas: pedirle a Dios; es tan sencillo como eso. No puedo tener nada bueno si Él no me lo da. Todo bien está en su mano. Lo único que yo puedo hacer es pedírselo. Esta es la pobreza en espíritu de la que habla El Señor en los evangelios. Cuando entendemos esto con el corazón y no solo intelectualmente depositamos nuestras pesadas cargas sobre El Señor y el actúa en su omnipotencia. Este paso de la creencia intelectual a la verdadera creencia vivencial puede durar largo tiempo durante el cual nos afanamos preocupados como si la solución a los problemas que nos preocupan estuviera en nuestra mano. Ponemos la pesada carga del progreso espiritual sobre nuestros hombros como si la necesaria y milagrosa transformación que ha de darse en nosotros estuviera en nuestra mano en lugar de ser obra de Dios. Una manifestación de esto es la preocupación excesiva en la técnica de la oración, actuamos como si fuera el acto de la oración el que tiene capacidad transformante en lugar de Dios actuando en nosotros; como si fuera el acto de orar el que nos fuera a transformar y no El Señor que a su voluntad obra en nosotros. Esta actitud está relacionada con la desconfianza, el pecado y el deseo de hacer las cosas por nosotros mismos. Nos da vértigo admitir nuestra impotencia y depositar nuestras expectativas en El Señor en lugar de en nosotros mismos.

¿Significa esto que no debemos buscar? No; significa que debemos hacerlo sabiendo que solo Dios nos lo puede otorgar y que lo único que nosotros podemos hacer es pedirlo, ya sea con palabras o mediante una actitud interior. Esa es la esencia de la búsqueda y la llave que abre la puerta: La súplica poniendo las expectativas en El Señor. Nuestro campo de acción es muy limitado. Podemos cambiar nuestra conducta mas exterior pero no el interior del que nacen las conductas e incluso la voluntad y la determinación de la que ha de nacer ese cambio de conducta exterior hemos de recibirla y no esta en nuestra mano el obtenerla «Dios pone el querer como el hacer» Filipenses 2:13. Solo la Gracia puede dulcificar nuestro corazón y transformar nuestras tendencias posesivas, egoístas y afanosas, raíz de nuestras malas conductas exteriores, en amor a Dios y al prójimo y Paz en el corazón. La verdadera transformación es obra de la Gracia, no está en nuestra mano el efectuarla, por eso sólo la súplica es la única llave que abre la puerta, mas allá de que nos dispongamos lo mejor posible para recibir la obra transformativa de la Gracia.

Este tipo de oración suele ser la mas efectiva para descender al corazón y despertar el Espíritu de oración en nosotros. Una vez la llama esta encendida y avivada, otros tipos de oración como la oración del corazón pueden pasar a ocupar la primacía en nuestra vida Espiritual. Aún así recomendamos nunca abandonar la oración de súplica y diálogo, pues sus beneficios son enormes. Ni siquiera Nuestro Señor abandonó este tipo de oración que, por otra parte, surge espontanea en nosotros cuando hemos adquirido cierta intimidad con EL Señor. Recordemos las numerosas exhortaciones que El Señor nos dirige para que le pidamos:

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo 7:7-8

Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea pleno. Juan 16:24

Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Marcos 11:24

Sin mi no podéis hacer nada. Juan 15:5

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5:1-3




Entradas relacionadas:

La oración y sus efectos

Tres puertas a la oración




Deja un comentario