El sufrimiento




Es difícil no tropezar cuando consideramos el misterio del sufrimiento y el mal en el mundo. ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Cómo conciliar el mal con la omnipotencia de Dios? ¿No tendría más sentido que todo fuera perfecto, que no existiera el sufrimiento ni el mal? ¿Qué sentido tiene este mundo anclado en el devenir, siempre mutando, siempre en proceso de llegar a ser, semejante a un gran coitus interruptus donde nada llega a plenitud, todo se frustra, y los pocos reflejos del bien terminan por morir y desaparecer? Debemos buscar la causa del mal y el sufrimiento en el pecado y el origen del pecado en el pecado original que produjo la separación entre Dios y el hombre. Este distanciamiento e ignorancia de Dios en el corazón del hombre se dejó sentir en el drama cósmico exterior. El ser Humano, nexo entre el cosmos y Dios, al separarse de Dios, dejó de irrigar el cosmos con la gracia divina y la creación cayó en el abismo dejando de ser reflejo de Dios y pasando a ser reflejo de nuestro estado caído. En lugar de reflejar a Dios, el mundo pasó a ser reflejo de la ausencia de Dios y esta ausencia y la consiguiente necesidad espiritual se manifestó en el plano material. Así vemos como los animales se devoran unos a otros, impera la muerte, la necesidad y el sufrimiento, y el sueño nos recuerda, como un eco, la naturaleza de nuestra condición caída, irreal con respecto a la vida en Dios.

Dios se hizo hombre en Jesucristo para devolvernos el Don de su presencia, el don de Ser. Jesús, Dios-Hombre, es el Sumo Pontífice que vuelve a hacer de nexo entre Dios, la Humanidad y el cosmos. Dios cargó en Jesucristo con todo el peso del cosmos caído y cargando con nuestros sufrimientos y sufriendo en su humanidad infinitamente más que cualquier otro ser humano nos salvó en la cruz. No tenemos un Dios que se quedó impasible en su eternidad contemplando nuestro sufrimiento sino uno que descendió a nosotros, compartió nuestra naturaleza caída y cargó con todo el peso de nuestros sufrimientos y de nuestra condición. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él2 corintios 5:21  Así pues, siempre que consideremos el sufrimiento, debemos confiar en su transitoriedad y en la victoria eterna sobre todo mal de Jesucristo Nuestro Señor. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18 

Desde que Cristo asumió el sufrimiento de la humanidad y la redimió, el sufrimiento tiene valor redentor. Cristo, mediante el Don de Su Espíritu, nos hace a los Cristianos Cristos, Pontífices y Nexos entre Dios, la Humanidad y la creación y nos concede participar en la redención del Cosmos. Así como Jesucristo redimió a la humanidad mediante su sufrimiento, nos concede participar, en menor medida, de sus sufrimientos y, de esa manera, nos hace participes a los cristianos en la redención del mundo como está escrito “y vendrán salvadores al monte Sión” Abdías 1:21. Así pues, debemos confiar en que gracias a Cristo, todo sufrimiento transitorio dará buenos frutos eternos. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. 2 corintios 4:17.

¿Pudo Dios, siendo omnipotente haber evitado la caída, el mal y el sufrimiento? hay unas palabras de Cristo que pueden traer luz a este respecto: Pasando Jesús, vio un hombre ciego desde su nacimiento. Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste ó sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9 1-3.

 Es posible que Dios pudiera haber evitado el mal, el sufrimiento y la caída , pero debemos confiar en que si Dios ha decidido permitir el sufrimiento y el mal, esta decisión ha sido fruto de su amor y que si así lo ha decidido es porque esta era la posibilidad mejor. Estoy seguro de que cuando estemos gozando en la eternidad de los frutos eternos de la resurrección, nos alegraremos de que haya sido así. Llegará el día en que contemplemos como Cristo ha estado sosteniéndonos en cada momento amargo de la vida; veremos cómo cada sufrimiento ha tenido un propósito y cada lágrima ha sido la pieza de un hermoso puzle que Dios nos regalará a cada uno de nosotros. Veremos la victoria del Bien y la luz sobre el mal y la oscuridad en la gran batalla que se lleva librando desde el principio y que llevamos inscrita tan profundamente que se deja ver en prácticamente todas las películas y novelas que creamos. Nos sorprenderemos de lo hermosa, perfecta e inmejorable que es la realidad y nos alegraremos de existir en la felicidad más perfecta.

Cuando el Espíritu dice en Apocalipsis 21:4: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos», indica que el Señor nos otorgará una consolación eterna divina por cada uno de los sufrimientos humanos experimentados. Personalmente puedo dar testimonio de cómo, el día que conocí al Señor, tras muchos años sin poder hacerlo comencé a llorar por haber tocado el Señor mi corazón y el recuerdo de sufrimientos pasados, de los que ya no me acordaba, empezaron a emerger en mi consciencia acompañados de una fuerte certeza interior de que todo había sucedido para algo; que ninguna lágrima había sido en balde. En los siguientes meses, recuerdo como cada vez que echaba la vista atrás y recordaba el abismo del que El Señor me había sacado, una oleada de bendición Paz y alivio divino me inundaban.

Estoy seguro de que para Dios no hay nada mas Sagrado que el Sufrimiento humano.


Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimientos; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:3-6

El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y á la serpiente el polvo será su comida. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dice Jehová. Isaías 65:25

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria 2 corintios 4:17

!Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero !ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Mateo 18:7

Pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento.Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste ó sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9 1-3

De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. Juan 16:20

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Romanos 8:17

Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia colosenses 1:24

Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación 2 Corintios 1:5

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón Hebreos 11:24-26

y vendrán salvadores al monte Sión. Abdías 1:21


Del pecado


En la base de todo pecado está, el pecado en su estado mas puro es el pretender ser al margen de Dios.

Este fue el pecado de Lucifer, robar a Dios lo que Dios mismo le estaba regalando pretendiendo hacer suya la luz, la belleza, el Ser que recibía de Dios, separándose automáticamente de Dios y cayendo en la oscuridad. Este es también el pecado que parece referir el libro del Génesis cuando Adán y Éva, tentados por la serpiente, aceptaron comer del fruto del árbol de la ciencia y «ser como Dios» Génesis 3:5 cayendo también en la oscuridad del desconocimiento de Dios y de si mismos; entonces se introdujo la muerte en el mundo y cayeron en la dimensión de la materia.

Esta tendencia pecaminosa está en cada ser humano que viene al mundo. Es nuestra naturaleza Adámica bajo la maldición de la ley, el hombre de pecado, el egoísmo, el hombre viejo marcado por la imagen de la Bestia. Esta naturaleza pecaminosa es lo que nos hace naturalmente hijos de la ira y es lo que ha de morir con Cristo en la Cruz; la naturaleza Adámica vieja de la que nos despojamos en la inmersión del Bautismo emergiendo renacidos como Hombres Nuevos de naturaleza Crística; celestial. Esta realidad es lo que prefiguraba la circuncisión en el antiguo pacto.

Mediante el don del Espíritu Santo Cristo efectúa esta obra en nosotros a fin de hacernos partícipes de su naturaleza divina, lo que nos permite ser canales de su inmensa Paz, Amor, Luz, libertad… de su Ser. Entonces el hombre se descubre amando al prójimo sin esfuerzo y descubre los dones que Dios le ha dado; la manifestación del Espíritu Santo en Él. En estos momentos de comunión con Dios, se descubre uno amando al prójimo con amor puro y deseando su felicidad de corazón; pero no es que sea el hombre el que ama, es Dios en su interior el que ama y le hace partícipe de su mirada de amor.

Entonces, cuando nos sentimos prosperados, tendemos a enorgullecernos; a volver nuestra mirada hacia nosotros mismos y a regocijarnos en nosotros mismos. el amor a Dios se enfría y el amor propio aumenta.. Nos apropiamos de esa mirada de amor y de los dones de los que Dios nos hace partícipes gratuitamente. Robamos lo que Dios nos regala pretendiendo hacer nuestra la luz que Dios nos da pero al margen de Dios y, reproduciendo el pecado de Lucifer, caemos en la oscuridad. nos erigimos una estatua de nosotros mismos y comenzamos a adorarla albergando la ilusión de prosperar y de ser al margen de Dios erigiéndonos como reyes en el trono de Dios haciéndonos pasar por Dios.. La abominación desoladora.

Entonces Jesús, nuestro Padre, mirándonos entristecido, con amor y dolor infinito, nos sumerge de nuevo en el Jordán de su bautismo con serenidad y firmeza hasta que, muertos, dejamos de agitarnos en busca del aire viejo y renacemos a La Luz De Su Rostro en El Eterno Nuevo Día. Tiene que hacernos ver que nosotros solos, al margen de Él, no somos capaces de ningún bien; tiene que hacer pedazos esa “imagen ideal” de nosotros mismos que nos habíamos formado despojándonos de todos los dones y dejándonos desnudos a fin de que podamos ver nuestro egoísmo, nuestra maldad, nuestra completa incapacidad para amar al prójimo al margen de Él y así hacernos humildes y limpiarnos de nuestra tendencia egoísta de robarle los dones que nos regala, hacerlos nuestros, alejarnos de Él y pudrirnos con su recuerdo en la oscuridad. Este es el propósito de las noches oscuras y de las purificaciones.

El final del camino es cuando el hombre está absolutamente limpio de todas esas tendencias egoístas y le devuelve a Dios toda la gloria que recibe de él, todo su ser, su propio Nombre que recibe de Dios, sin apropiarse nada en absoluto. Entonces es un canal limpio por donde puede fluir la divinidad y es una lámpara que brilla con la luz de Dios, una manifestación limitada de la ilimitada gloria de Dios y un Nombre de Dios. Este hombre baja el cielo a la tierra y sube la tierra al cielo.


!Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-15

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Génesis 3:1-8

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. Génesis 3:24

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Colosenses 2:10-15

el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 1 Tesalonicenses 2:4

«Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.» Daniel 11.31

Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), Mateo 24:15

Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? 1 Corintios 4:7

Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como sarmiento, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:4-6

En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte. Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice. Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos.Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga. He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová. Sofonías 3:11-20

Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Apocalipsis 15:2



El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo




Dios se manifiesta a sí mismo a través de su verbo. El verbo es Dios manifestándose, diciéndose a sí mismo hacia el exterior a fin de manifestarse y obrar en su creación. El verbo no puede tener una conciencia distinta del Padre, ni amar al Padre como a una persona distinta de Sí. No es una persona distinta de Sí en un sentido antropológico; es Dios manifestándose.

Ese Dios que se manifiesta a través de su Verbo, se hizo hombre en el vientre de María, autolimitando su divinidad completamente, haciéndose completamente hombre, con todas las limitaciones y con toda la dependencia de Dios de un hombre. Este, Jesucristo, es el primer ser Humano regenerado, que no está bajo el yugo del pecado de Adán, por eso tras morir resucitó de los muertos. Por eso se le llama El primogénito de los muertos (colosenses 1:18). Este Hombre nacido de María es al que se le llama “El Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Al estar la humanidad sepultada en el pecado, fue necesario que el único Dios se hiciese Hombre y resucitase de los muertos a fin de abrir el camino de la regeneración..

Dios nació como Hombre; con toda la necesidad de Dios, y con todas las carencias y necesidades de cualquier otro hombre; y como Hombre que era oraba a su Padre; a Dios. A este Santo ser que nació es a quien se llama “El Hijo de Dios” (Lucas 1:35).

Una vez resucitado envió su Espíritu Santo a los que en El creyeron. Este Espíritu Santo (Hechos 16:6), Espíritu de Cristo (romanos 8:9), Espíritu de Jesús (Hechos 16:7), Espíritu de Dios (romanos 8:9), Espíritu de nuestro Padre (Mateo 10:20), un único Espíritu (Efesios 4:4), es la presencia de Cristo en nuestros corazones (Romanos 8:9-11), el que reproduce la sagrada imagen de la humanidad sin pecado de Jesucristo; de la humanidad regenerada en nosotros y nos hace «Hijos de Dios».

De manera que la trinidad es el único e indivisible Dios manifestándose de 3 formas distintas a fin de salvar a la humanidad caída: 1- como Padre (como Dios) 2- como Hijo (como un ser Humano, Jesucristo) 3- Como Espíritu Santo (como su presencia en nuestros corazones que nos redime regenerando nuestra imagen caída a imagen de Dios Hijo, haciéndonos Hijos.)

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Ahora bien, si leemos el libro de Apocalipsis , aunque es dificil darse cuenta podemos traer mas luz a esta economía de la salvación:

San Pablo, en 1 corintios 15:24-28 dice:

“Luego el fin; cuando entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Porque es menester que él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas a él, claro está exceptuado aquel que sujetó a él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos”. 1 corintios 15:24-28.

En el libro de Apocalipsis vemos que esto también está descrito. En Apocalipsis 20:14 tiene lugar la muerte de la muerte (1 corintios 15:26) Y a partir de ahí es cuando Cristo sujeta al Padre todas las cosas para que Dios sea “todas las cosas en todo”; esto es justo a continuación de que la muerte es vencida. Es cuando viene el cielo nuevo y la tierra nueva en Apocalipsis 21 y  22, justo a continuación de la séptima copa de la séptima trompeta del séptimo sello, en la plenitud del 777.

Bien; si analizamos, vemos que antes de que la muerte sea vencida y Cristo sujete al Padre todas las cosas para que Dios sea “todas las cosas en todos”; Cristo se presenta a sí mismo como alguien distinto del Padre, de Dios. Todavía habla como un ser Humano, no como Dios. Esto es así en Apocalipsis 5:6 y en Daniel 7:13. En donde se describe al cordero enfrente del trono y del que está sentado en el trono. También es así en Apocalipsis 1:6, 2:7, 2:27, 3:2, 3:5, 3:12 y 3:21 Donde se refiere a Dios como su Dios y su Padre.

Sin embargo, justo después de que la muerte ha sido derrotada, en la séptima copa de la séptima trompeta del séptimo sello, en la plenitud del 777, cuando ya “el mismo Hijo se ha sujetado al que le sujetó a El todas las cosas”, Jesucristo se sienta en el Santo trono de Dios y a partir de ahí ya no habla como alguien distinto del Padre y deja de hablar como Hijo. Aquí es cuando dice: Apocalipsis 21:5-6-7 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

Dice “hecho está” (paralelo a Juan 19:30), donde indica que su obra redentora se ha cumplido plenamente. Dice “yo seré su Dios y el será mi Hijo”. Es decir, ha pasado de ocupar el lugar de Hijo y de Humano a ocupar el lugar de Dios y de Padre. Además vemos que a partir de ahí, en Apocalipsis 22:3-4 está escrito: “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”. En griego también está escrito en singular “le servirán” “su rostro” “su nombre”.

Ya no se refiere a Dios como a alguien distinto de Él como en Juan 20:17 “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” o en Apocalipsis 1:6, 2:7, 2:27, 3:2, 3:5, 3:12 y 3:21 Donde se refiere a Dios como su Dios y su Padre sino que habla como el único Dios: «Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo». Apocalipsis 21:5-6-7

El cordero, el Hombre, se ha sentado en el trono de Dios, se ha unificado con su Divinidad, ya la obra redentora terminada se ha vuelto a unificar con Dios. Se han cumplido sus plegarias en Juan 16:28: “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez, dejo el mundo y voy al Padre”; y su plegaria en Juan 17:5 “Ahora pues, Padre, glorifícame tú contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Ya habiendo redimido a la humanidad habiéndoles hecho Hijos de Dios, deja de ocupar el lugar de Hijo para volver a ocupar el lugar de Padre, de Dios.

Resumiendo:

– primero se describe a Jesús resucitado como un hombre distinto de Dios que se refiere a Dios como “Su Dios” Apocalipsis 3:2 y 3:12 y “Su Padre” Apocalipsis 1:6, 2:27, 3:5, 3:21.

– Vemos a Jesús frente al trono de Dios para coger el libro de la mano de Dios y abrir sus sellos. Apocalipsis 5:6 y Daniel 7:13.

– Una vez ha abierto los 7 sellos y la muerte ha sido vencida, desciende la nueva Jerusalén y de aquí en adelante vemos que se describe a Jesús sentado en el trono de Dios, y Jesús deja de hablar como hombre-Hijo pasando a hablar como Dios-Padre Apocalipsis 21:5-7, y ya no se describe a Jesús y a Dios como dos «personas» distintas sino como uno y el mismo; en un mismo trono Apocalipsis 22:3, con un solo Rostro y un solo Nombre Apocalipsis 22:4. Probablemente el Nombre nuevo al que alude Jesús en Apocalipsis 3:12.

 

Notas:

Hay algunos versículos como colosenses 1:15-20, hebreos 1:2-14, 1 co 8:6 En los que se habla del Hijo como preexistiendo y se le denomina creador del universo. A la luz de Jn 1, donde Juan habla del verbo como creador del universo, podemos interpretar que estos versículos se refieren al Hijo cuando aún no era Hijo sino Verbo de Dios. Como este Verbo de Dios fue nacido de María y llegó a ser Hijo de Dios, le aplican al Verbo de Dios el calificativo de Hijo pero en razón de que llegó a ser Hijo en su humanidad cuando nació como humano.

En estos versículos se habla del Hijo en su estado de Verbo, en su estado de Dios, según su divinidad, (y el verbo era Dios Jn 1:1). No debemos imaginarlo como una persona distinta del Padre con una conciencia distinta del Padre. Debemos entenderlo como la manifestación del Padre, Dios manifestándose, diciéndose a sí mismo hacia el exterior a fin de manifestarse y obrar en su creación. Solo cuando este Verbo nace como Humano, deja de ser Dios parea nacer como Hombre de Santa María, hay una tal separación y entonces vemos que Jesús, el Hijo, no en forma de Verbo sino de Hombre, ora a Dios y habla de Dios como de alguien distinto de Sí. No obstante, como hemos visto, esta «separación» no dura eternamente sino que cuando el cordero, el Hombre Jesús ha abierto los 7 sellos, ha vencido a la muerte y se sienta en el trono de Dios, vuelve a unificarse con Dios y vuelve a ocupar el lugar del Verbo de Dios y de Dios. Sin dejar de ser Humano vuelve a ser el único Dios.

En estos pasajes, aun cuando se refieran al Logos como Hijo de Dios, en función de lo que llegaría a ser, siempre queda claro que la relación del Logos antes de encarnarse y Dios no es la relación Padre Hijo de Jesús humano con Dios sino que Dios se manifiesta y actúa a través de su Logos, no habiendo una distinción de entidades en Dios. y el Logos era Dios Juan 1:1.



Explicación de la Trinidad por Fray Luis De Granada