Sed de Dios



Hay una sed profunda que todos tenemos pero que como siempre nos ha acompañado pasa desapercibida y no somos conscientes de ella. Cuando El Señor Jesucristo nos da de beber el agua de su Espíritu Santo vemos que siempre habíamos estado tan profundamente sedientos en lo mas hondo de nuestro ser y que sin El es imposible ser verdaderamente felices y plenos.

Esta sed es la que experimento nuestro Señor en la cruz: «Tengo sed.» Juan 19:28. La vida, la justicia y el agua saciante se hizo muerte, pecado y sed para saciarnos.

Todos tenemos esa sed profunda desde que nacemos. La sed física de agua material es la manifestación en el plano material de esta sed espiritual. Esta sed es muy profunda y muy aguda pero como siempre ha estado con nosotros no podemos identificarla y pasa desapercibida. Como nunca jamás hemos conocido la saciedad, no podemos identificar esta sed a pesar de que siempre nos acompaña. Cuando recibimos tan solo una gota de la presencia de Cristo entonces identificamos esta sed porque sentimos que su presencia nos ha saciado y entonces tomamos mas y mas conciencia de esa sed que siempre nos había acompañado y nos dirigimos hacia Cristo con la fuerza de esa sed para saciarnos de la fuente de aguas de vida. Entonces es cuando entendemos que solo Él puede saciar esa sed y que solo en Él podemos ser realmente felices.

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Juan 7:37

Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. Juan 4:10

Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Apocalipsis 22:17


Trampas en el camino espiritual


En nuestro camino hacia la tierra de los vivientes, símbolo de la comunión con Cristo, hay ciertas piedras en las que solemos tropezar. Por lo general los obstáculos que encontramos unos y otros son muy similares, pues, por mas que nos cueste creerlo, todos los seres humanos somos muy parecidos y el mal nos ataca de manera similar. Estas son algunas de esas trampas en las que solemos caer:

La primera está relacionada con la vocación. Sobre todo cuando hemos recibido grandes bendiciones del Señor y nos sobreviene una etapa de aridez, es común imaginar que El Señor quiere llevarnos por caminos extraordinarios que implican grandes decisiones como abandonarlo todo. Entonces, es común apartar nuestra atención del momento presente y perdernos en la ansiedad acerca del futuro. De esta manera, ni nos atrevemos a tomar esa decisión radical que imaginamos acorde a la voluntad de Dios (normalmente porque nos falta la certeza de que esa sea realmente su voluntad) ni estamos enfocados en el momento presente para ofrendárselo al Señor respondiendo acorde a su voluntad. Muchas veces, nuestra mente imagina como la voluntad de Dios un camino que le ofrece una imagen de si mas admirable a sus propios ojos. Puede ser la de un ermitaño venerable en un viejo hábito viviendo en una cueva o la de un santo mendigo que peregrina sin ninguna propiedad. Podría ser que el Señor nos llamase a algo así, pero es común que nuestra mente este proyectando como la voluntad de Dios para nosotros aquello que mas admira y que le permitiría mirarse con mayor agrado y autocomplacencia.

Esto nos lleva a la segunda trampa, muy relacionada con la primera, que es la de otorgar una importancia desmesurada a lo exterior. Podemos observar como esa imagen mental que nos habíamos formado acerca de la voluntad de Dios esta constituida por elementos exteriores. Cambiar de lugar en lo exterior, vestirse con un hábito.. Pero nuestro interior seguirá siendo el mismo. La verdadera transformación y el verdadero éxodo hacia la tierra prometida es interior. El Señor está presente en todas partes, aquí mismo igual que en el monasterio mas venerado o en la cueva del ermitaño mas santo. Lo que ha hecho Santo a ese ermitaño no es el aislamiento ni el alejarse de todo en el plano exterior sino el responder momento a momento a las situaciones que la vida le ha presentado conforme a la voluntad de Dios y desapegarse de todo en el plano interior por el amor de Cristo.

Por lo general El Señor no nos pedirá grandes cambios en lo exterior sino una atención permanente a Él que nos permita responder momento a momento acorde a su voluntad viviendo en el presente. Por lo general la mente imagina que las grandes hazañas y las cosas extraordinarias que ella misma admira son lo que Dios le pide pero no suele ser así. Detrás de esas azañas realmente se esconde el deseo de autojustificarnos y de caminar solos al margen de Dios. El Señor mas bien demanda una conciencia viva de nuestra necesidad de Él y una búsqueda de apoyo continuo en Él en cada momento conscientes de nuestra miseria e incapacidad. Los pequeños actos de amor con el prójimo en actitud de servicio y el bien hacer momento a momento generarán una calidez en el corazón que puede hacer de nosotros una tierra mas fecunda para la semilla divina que esas grandes hazañas ascéticas que la mente admira y quiere desempeñar. Podrá ser que El Señor nos quiera utilizar para grandes obras como a los apóstoles pero no debemos ocupar nuestra mente en posibles cambios exteriores sino en mantenernos atentos a Él en el momento presente respondiendo lo mejor que sepamos a cada situación que la providencia nos presente. Esta atención constante a Él puede sernos difícil al principio. Solo cuando el amor a Él se ha despertado habiéndose avivado la llama del Espíritu es posible mantenerla a lo largo de todo el día. En la entrada una regla de vida se tratan algunos consejos para encenderla.

Estas trampas que hemos mencionado tienen su origen en el hombre viejo, ego, que siempre busca regocijarse en si mismo, autoadmirarse y autoadorarse. Si el hombre nuevo siempre esta atento a Cristo y no se mira a si mismo, el hombre viejo solo se mira a si mismo y no quiere mirar a Dios. EL hombre nuevo admira, adora y ama a Dios; el hombre viejo se admira, adora y ama a si mismo. El hombre nuevo se regocija en su total miseria y dependencia de Dios, el hombre viejo quiere caminar y prosperar por si mismo, al margen de Dios. Estas tendencias interiores a la autoadoración son la causa por la que la mente nos presenta caminos agradables a sus ojos proyectando una falsa voluntad de Dios que realmente es su propia voluntad. Cuando veamos que comenzamos a mirarnos a nosotros mismos con agrado regocijándonos en nuestros «Santos» hábitos, sintiéndonos mejores que los demás pongámonos alerta. La mayoría de las caídas de la Gracia son por esta causa. Una vez sentimos que Dios nos está bendiciendo empezamos a mirarnos con agrado. Apartamos la mirada de Cristo y empezamos a mirarnos a nosotros mismos y acabamos pretendiendo prosperar por nosotros mismos al margen de Dios en una grave traición a Él. Esto siempre acaba en la gran oscuridad de las tinieblas de fuera donde se oyen el lloro y el crujir de dientes, pues por fuertes que nos sintamos nuestra fuerza viene de Dios y si, confiando en nosotros mismos, nos apartamos de Él, nos desconectamos de la vida, la sangre de Cristo deja de limpiar nuestros pecados, la sabia del olivo deja de regarnos y morimos en el fuego separados de la vid que nos estaba dando la vida.

Regocijémonos siempre en nuestra total dependencia de Cristo nuestro Dios y busquemos esa atención constante a Él y no dejemos nunca de orar y de buscar esa permanencia en su amor por fuertes y prosperados que nos sintamos.

Recomendado: La restauración


Una regla de vida



  • Hacer todo el bien que pueda a los demás. Hacer todo lo que armonice con amarles, que el amor sea mi guía. Cuando tenga dudas sobre como actuar con alguien preguntarme ¿Qué armoniza mas con amarle? y hacer eso. También a mi familia. Lo que haces al otro a ti mismo lo haces. Para ubicarme en la actitud correcta hacia mi prójimo es util recordar que Dios le ama.

  • Perdonar las ofensas del prójimo (para esto hacer lo posible por olvidarlas y no recordarlas) e ir hacia la mansedumbre y paciencia. Ser templado en el habla, también cuando me sienta atacado. Evitar los reproches. Evitar la reacción automática. No devolver mal por mal. Que no me importe lo que me hagan o hagan los demás sino lo que haga yo. Fundar mi felicidad en lo que hago yo, no en lo que hacen o me hacen ni en lo que pasa o me pasa.

  • Evitar buscar el placer exterior sino buscar la felicidad interior que no depende de las circunstancias exteriores. Evitar los caprichos en el comer, la lujuria.. Sin caer en un forzamiento excesivo que nos impida vivir agradecidos, procurar traer el cuerpo sujeto y no dejarme dominar por sus apetitos. La mejor medida es la que nos permita olvidar más las cosas de este mundo para centrar la atención en Dios. Un rigor excesivo vuelca la atención en el objeto de la ascesis dificultando la oración y una laxitud excesiva también vuelca la atención en el objeto del exceso. Lo mejor es el punto medio que nos permita atender lo menos posible a esas cosas para centrar la atención en Dios. Demasiado rigor puede cerrarnos en lugar de abrirnos a la Gracia de Dios.

  • Oración toda la que pueda y fuera de los ratos exclusivos de oración traer siempre presente al Señor alimentando la conciencia de su presencia considerando que Él es, que está ahí, recordando que existe y permaneciendo en una suave atención a Él, como si estuviese ante Él. Andar y hablar ante Él, con la mirada puesta en Él, ayuda a caminar recogido, a no pecar, a no alimentar malos pensamientos y a comportarnos con autenticidad, tal cual somos, sin aparentar; sin mascaras ni hipocresía; en la verdad. Esta es la mejor ayuda para cumplir los anteriores puntos. Cuando las divagaciones sean demasiado fuertes y me impidan permanecer en esa suave atención a Él, o cuando me sienta con ganas, repetir la oración de Jesús. Ambos métodos evitan las divagaciones mentales. Además de la oración de Jesús y la suave atención a su presencia, es útil recordar que siempre está con nosotros escuchándonos y dirigirle pequeñas oraciones en nuestro interior con nuestras propias palabras a lo largo del día.


    Esta breve guía apunta hacia donde debo tender. Hacer lo que pueda y si no puedo cumplirla por entero o fallo no agobiarme sino permanecer tranquilo haciendo lo que este en mi mano procurando tender hacia su cumplimiento.


La experiencia fundante




¿Dónde están nuestro tesoro y nuestro corazón? un buen criterio para discernirlo es observar a donde se dirigen nuestras fantasías y a qué dedicamos nuestro tiempo libre y nuestro ocio. Cuando tenemos un rato libre, ¿lo invertimos en algo relacionado con Jesucristo como la oración o la lectura o algún otro medio para avivar la llama del Espíritu o bien circunscribimos el tiempo que le dedicamos al Señor a unos momentos determinados y fuera de ellos andamos en otros asuntos que nada tienen que ver?

Antes de recibir una experiencia directa de Dios, sobre todo si hemos recibido una educación cristiana, es normal buscar y servir a Dios como por obligación, porque racionalmente creemos que es lo correcto y nuestro sistema de valores cristianos nos indica que ese es el camino que debemos seguir. Esto es bueno y necesario pero para que nuestro corazón se convierta realmente al Señor es necesario recibir una experiencia directa de su amor. Esta experiencia directa de Él es lo único que realmente puede convertir nuestros corazones y permitirnos buscarle con todo nuestro corazón. Es entonces cuando conocemos experiencialmente que Él es la felicidad que siempre habíamos buscado, y cuando comenzamos a amar a Dios realmente y a buscarlo por amor y no por obligación. Es entonces cuando experimentamos vivencialmente la verdad de las cosas que antes permanecían en el plano mental y comprobamos que Dios es bueno como el agua para el sediento y la medicina para el enfermo. Esta experiencia directa de Dios es lo que se llama experiencia fundante. Es un anticipo del final del camino, de la comunión con Dios a que somos llamados. Esta es la unción del Santo que nos permite conocer todas las cosas 1 Juan 2:20. Antes de recibirla andábamos ciegos y sin discernimiento, con ella recibimos discernimiento y una orientación en forma de certeza interior que nos indica que cosas son del Espíritu de Dios y cuales no. Esta experiencia fundante es también una valiosísima brújula que nos guiará en nuestro éxodo hacia la tierra prometida.

El camino Cristiano no consiste solo en no pecar y llevar una vida moralmente correcta. Lo fundamental en el camino Cristiano es el amor a Dios. «Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.» Marcos 12:30. Este amor se manifiesta en una pasión por Cristo, en una constante búsqueda que no se puede circunscribir a momentos determinados. Aunque por las obligaciones del estado tengamos que poner limite a nuestro tiempo de oración, el recuerdo de Dios permanecerá en nosotros casi constantemente. El será nuestro ocio y nuestra vida. Él se habrá convertido en la razón por la cual nos levantamos por la mañana.

¿Qué podemos hacer para recibir esta experiencia de Dios? Desearlo, pedirlo y buscarlo. Si bien es una pura Gracia que Dios nos concederá cuando estemos preparados y que no esta en nuestra mano recibir, lo que si que podemos hacer es disponernos para recibirla; abrir nuestras manos para que El Señor pueda darnos el regalo. Confiemos en que si realmente tenemos un deseo de conocer a Dios y acercarnos a Él es porque Dios mismo es quien está poniendo ese deseo en nosotros para satisfacerlo. En el deseo ya habita algo de la plenitud deseada. Y si no podemos desear pidámosle a Dios que genere ese deseo en nosotros y que avive la llama de su Espíritu en nosotros y nos conceda la verdadera conversión.

Esta experiencia fundante puede ser repentina o suceder poco a poco. Es común el caso de gente que no ha recibido una educación religiosa o que había abandonado la Fe que vuelven a ella por un anhelo interior que el Espíritu genera en ellos. A medida que van alimentándose de las cosas del Espíritu el anhelo en ellos va creciendo y van apasionándose cada vez mas y el Señor les va llevando poco a poco a ese conocimiento experiencial de Él y a la unión con Él que se da en el fuego del amor del Espíritu Santo que mora en nuestros corazones.

«Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.» Mateo 7:7-8.



RECOMENDADO: Tratado del amor de Dios. Del memorial de la vida cristiana de Fray Luis de Granada.



Odas de Salomón


Os comparto este hermosísimo y profundísimo himnario Cristiano de la iglesia primitiva, el mas antiguo que se conoce, probablemente del siglo 1 o principios del 2, originariamente escrito en Arameo.


Oda 11

1 Mi corazón fue rasgado y su flor apareció, y la Gracia brotó de el, y dio a luz fruto agradable al Amo,
2 Porque el Altísimo circuncidó mi corazón con su Santa Espíritu y halló mi cariño hacia Él; y entonces me llenó con Su Amor.
3 Y la abertura que hizo en mi se convirtió en mi Salvación, y pude fluir en Su senda plácidamente por el camino de la Verdad:
4 Desde el principio y hasta el fin yo adquirí Su conocimiento.
5 Fui asentado sobre la roca de la Verdad, donde Él me ha situado,
6 Y las Aguas que hablan tocaron mis labios abundantemente desde la fuente del Amo,
7 Y bebí y me embriagué con el agua viviente que no muere,
8 Y mi embriaguez no fue una embriaguez sin Conocimiento, pero sí me hizo olvidar la fatuidad y me volví al Altísimo mi Dios.
9 Y fui enriquecido generosamente, y dejé de lado la falsedad que se expande sobre la tierra, me despojé de ella y la lancé lejos de mí,
10 Y el Amo me renovó con Su Vestidura, y me poseyó con su Luz, y desde arriba me concedió el reposo
incorruptible.
11 Y llegué a ser como la tierra que florece y se regocija en sus frutos,
12 Y el Amo era como el Sol resplandeciendo sobre la faz de la tierra,
13 Él alumbró mis ojos y mi faz recibió el rocío y la placentera fragancia del Amo,
14 Y me llevó a Su Paraíso, donde esta la abundancia de los placeres del Amo,
15 Y entonces adoré al Amo al ver Su Gloria, y dije: Benditos, oh Amo, son aquellos que están plantados en tu tierra y tienen un lugar en Tu Paraíso,
16 Y que pueden tomar los frutos de Tus árboles. Ellos han pasado de las tinieblas a la Luz.
17 ¡Mira! Todos Tus siervos son justos, hacen el bien y se alejaron desde la maldad hasta Tu Bondad, Y han eliminado la amargura que había en sus raíces cuando fueron sembrados en tu tierra;
18 Y todo se hizo semejante a una reliquia de Ti mismo, monumento eterno de tus fieles trabajos.
19 Hay abundante espacio en tu Paraíso, y ningún lugar es improductivo allí dentro,
20 Sino que todo está lleno de frutos, gloria a ti, Oh Dios, y a la delicia del Paraíso eterno. Aleluya.

Oda 7

1 Como el ímpetu de la ira se dirige al mal; igualmente el impulso de la alegría lleva hacia lo amable, y atrae sus dulces frutos sin medida.
2 Mi alegría es el Amo y mi impulso es hacia Él, y la ruta es bella,
3 Porque tengo quien me auxilia, el Amo.
4 Él me ha dejado conocerlo por completo, sin reparos, sencillamente, y con bondad se ha despojado de
Grandeza.
5 Él se ha vuelto como yo a fin de que yo pudiera recibirlo:
6 Y fue considerado como uno semejante a mí para que así yo pudiera vestirme de Él.
7 Y por eso no temblé cuando lo ví, porque Él fue bondadoso conmigo.
8 Se volvió según mi naturaleza para que yo pudiera aprender de Él, Y tomó una forma semejante a la mía con tal de que no me alejara de Él.
9 El Padre de todo Conocimiento es también la Palabra de Conocimiento,
10 Quien creó toda Sabiduría es más sabio que sus obras.
11 Él me creó cuando todavía yo no sabía qué haría cuando entrara en el ser,
12 Por eso se apiadó de mí, y en su inmensa gracia me concedió pedirle y beneficiarme de su sacrificio,
13 Porque Él permanece incorruptible por todas las generaciones.
14 Él se ha entregado a sí mismo para ser visto por aquellos que son suyos, para que ellos puedan reconocer a Aquel que los Creó, y no imaginaran que venían de ellos mismos.
15 Para alcanzar su Conocimiento Él nos ha señalado un camino, y lo ha extendido y ensanchado para traer a todos Perfección,
16 Y ha puesto en el señales de Su Luz, y yo he caminado en este camino desde el principio y lo haré hasta el fin.
17 Por Él fue forjado, y Él descansaba en el Hijo, y para Su Salvación proveerá de todo,
18 Y el Altísimo será reconocido a través de Sus Santos, para anunciar a los que le hacen canciones la venida del Amo:
19 Para que ellos vayan delante a reunirse con Él, y puedan cantarle con alegría y con el arpa de muchos tonos:
20 Los profetas vendrán antes de Él y serán vistos primero,
21 Ellos alabarán al Amo por Su Amor: porque Él está cerca y es posible de contemplar,
22 Y el odio será arrancado de la tierra, y será ahogado junto con la envidia,
23 Pues la ignorancia ha sido destruida, gracias al Conocimiento del Amo que ha llegado.
24 Aquellos quienes hacen melodías cantarán la Gracia del Amo Altísimo,
25 Y traerán sus voces, y sus corazones serán como el día, y bella como la excelsa belleza del Amo será su
cantar,
26 Y nadie ni nada que respire carecerá de conocerle y nadie será privado de voz,
27 Porque Él ha dado una boca a su Creación, para que sus voces se dirijan a Él y lo alaben.
28 Confiesen vosotros Su Poder, y declaren Su Gracia.(que Él les ha otorgado) Aleluya.

Oda 6

1 Así como las manos se mueven sobre el arpa y hacen resonar las cuerdas,
2 Así hace hablar mi cuerpo la Espíritu del Amo, y yo hablo gracias a su Amor,
3 Que hace desaparecer todo lo es extraño y amargo.
4 Así era desde el Principio y será hasta el fin: nada puede ser Su adversario ni levantarse contra Él.
5 El Amo ha multiplicado el Conocimiento de Si mismo, y se afana en que estas cosas sean conocidas, las
cuales por su Gracia nos han sido concedidas.
6 Porque Él nos ha dado la alabanza de Su Nombre nuestras Espíritus alaban su Santa Espíritu.
7 Aquello que fue un arroyo ha llegado a ser un río grande y ancho,
8 Que Inundó y disolvió todo a su paso y trajo Aguas al Templo,
9 Y las barreras de los hijos de los hombres no fueron capaces de detenerlas, ni los artificios de aquellos cuya ocupación es contener las Aguas. (de sabiduría)
10 Y (las aguas) se han extendido sobre toda la faz de la tierra, y lo han llenado todo, y a todos los sedientos se les ha dado de beber,
11 Toda sed fue aliviada y extinguida: Desde lo más alto se nos brindó la copa.
12 Benditos son aquellos a quienes se les dió de esa Agua (viva)
13 Calmaron sus labios secos, los desfallecidos fueron levantados,
14 Las almas que estaban a punto de morir fueron salvadas de la muerte:
15 Las ramas caídas fueron enderezadas y levantadas:
16 Fortalecieron su debilidad y la luz llegó a sus ojos:
17 Todos se conocieron en el Amo, y vivieron por las Aguas de la Vida para siempre. Aleluya.


Oda 4

1 Ningún hombre, Oh mi Dios, puede cambiar tu Santuario,
2 Ni tampoco le es posible cambiarlo de lugar, porque no tiene poder sobre él: (el hombre)
3 Porque Tu Santuario lo creaste antes de que hicieras los otros lugares:
4 Y Aquello que es Mayor no puede ser alterado por esos que nacieron después.
5 Tú has entregado tu corazón, Oh Amo, a Tus creyentes: nunca fallarás ni negarás tus frutos,
6 Pues una hora de Tu Fe equivale a días y años.
7 ¿ Quién hay revestido de tu Gracia que pueda ser herido?
8 Porque tu sello es reconocido: y Tus criaturas lo reconocen, Tus huestes celestiales lo poseen, y los
arcángeles elegidos están marcados con él.
9 Nos has dado tu comunión, y no es que necesites de nosotros sino que nosotros necesitamos de ti.
10 Destila tu rocío suavemente sobre nosotros, abre Tus abundantes fuentes de las que manan leche y miel:
11 Pues no hay arrepentimiento contigo, nunca te arrepentirías de darnos nada de lo que nos has prometido,
12 Porque el fin se ha Revelado delante de ti, todo lo que das, lo das generosamente,
13 Así que no quitas nada ni lo tomas de vuelta,
14 Porque todas las cosas fueron reveladas ante ti como Dios y ordenadas desde el principio delante de Ti, y Tú, Oh Dios, hiciste todas las cosas.
Aleluya.

Oda 17

1 Fui coronado por mi Dios: mi corona es Viviente:
2 Y fui justificado en mi Amo, Él es mi incorruptible salvación.
3 Fui liberado de lo que es falso, y no fui condenado,
4 Las sofocantes ataduras fueron cortadas por Sus manos: y recibí la faz y la forma de una nueva persona. entré en ellas y fui salvado;
5 Los conceptos de la Verdad me guiaron, la seguí y caminé sin deambular.
6 Todos los que me vieron se sorprendieron, y fui considerado por ellos como un desconocido,
7 Pero quien me conoció y trajo es el Altísimo en toda Su Perfección. Él me glorificó con Su bondad, y alzó mis pensamientos a la altura de Su Verdad.
8 Y desde entonces me dio el sendero de Sus preceptos y abrí todas las puertas que estaban cerradas.
9 Rompí en pedazos los barrotes de hierro: mis propios grilletes se fundieron y disolvieron delante de mí, 10 Nada se me cerraba: porque yo era la puerta de todo,
11 Registré todas mis ataduras humanas para soltarlas; Porque no podía permitir ningún lazo humano o atadura:
12 E impartí mi sabiduría sin reparos: y mi oración nacía de mi Amor:
13 Y sembré mis frutos en los corazones y los transformé dentro de mi mismo: y ellos recibieron mi bendición y vivieron;
14 Y fueron congregados ante mí y fueron salvados; porque ellos eran míos como mis propios miembros y yo era su cabeza. Gloria a ti, nuestra cabeza, el Amo Mesías. Aleluya.

Oda 25

1 Fui rescatado desde mis ataduras y hacia Ti, mi Dios, Yo corro:
2 porque Tú eres la mano derecha de mi Salvación y quién me auxilia.
3 Tú has sujetado a aquellos que se levantan contra mí,
4 Y ya no los veré más: porque Tu rostro estaba conmigo, y me salvó Tu gracia.
5 Aunque fui despreciado y rechazado a los ojos de muchos: porque estaba ante sus ojos como caudillo,
6 Pero la fuerza y el auxilio vinieron a mí desde Ti mismo.
7 Tú pusiste una lámpara en mi mano derecha y en mi izquierda: en mí no habrá ningún lugar que no brille:
8 Y fui vestido con el cubrimiento de tu Espíritu, y me quitaste mi vestidura de piel,
9 Porque tu mano derecha me levantó y quitó la enfermedad de mí,
10 Y me volví poderoso en la Verdad, y santo por Tu justicia; y todos mis adversarios tuvieron miedo;
11 Y me volví admirable por el nombre del Amo, y fui justificado por Su bondad, y Su descanso es para siempre.
Aleluya.



Pdf con todas las odas completas aquí




Nuevo grupo de oración de Jesús en Madrid

Queridos hermanos, con alegría os anunciamos la creación de un grupo de oración de Jesús u oración del corazón en Madrid.

Nos reuniremos los viernes alternos en el salón de la parroquia Virgen de la Candelaria.

Comenzaremos leyendo un texto relacionado con la oración de Jesús para abrir el apetito de practicarla. En principio utilizaremos el libro «El arte de la oración» con textos de Teófano el recluso y otros autores espirituales pero mas adelante incluiremos otras lecturas.

Seguiremos con unos 10 minutos de oración de silencio tomando conciencia de la presencia del Señor para disponernos y el resto de la reunión lo dedicaremos a la practica de la oración de Jesús en silencio repitiendo la oración cada uno en su interior.

Cada cierto tiempo dedicaremos el comienzo de la reunión a plantearnos dudas y dificultades que estemos afrontando en la práctica de la oración de Jesús y a ayudarnos unos a otros a resolverlas.

La primera reunión será el viernes 3 de diciembre.

Para mas información visita el Blog del grupo de la oración de Jesús:

HAZ CLICK AQUÍ PARA ACCEDER AL BLOG DEL GRUPO DE ORACIÓN DE JESUS


Identidad y misión



Una de las tentaciones con la que es habitual encontrarse en el camino espiritual es la de buscar nuestra felicidad en el rol que la misión nos confiere, en el éxito de la misión y en la misión misma.

Frente a la ausencia de ser inherente a nuestro estado terrenal buscamos afirmar nuestra identidad identificándonos con el Rol que desempeñamos en nuestra actividad espiritual en lugar de buscar nuestra identidad profunda en Cristo. Intentamos llenar la carencia de ser que solo la presencia de Cristo puede colmar encerrandonos en falsas identidades que nos proporcionan una autoimagen mas agradable a nuestros propios ojos y la seguridad que conlleva.

De lo anterior se suceden varias consecuencias:

Por una parte no podremos tener Paz en nuestra actividad porque nuestra autoimagen dependerá del resultado de la misma. En consecuencia nuestra actividad estará teñida de preocupación, afán y ansiedad. También los celos, la envidia y la competitividad harán aparición y no podremos alegrarnos con el éxito de alguien en el area de actividad o rol donde fundamentamos nuestra autoimagen, pues sentiremos que de alguna manera nos está «robando» la identidad. Esta es la raiz de los celos y solo puede sanar cuando nos encontramos a nosotros mismos en Cristo y dejamos de buscar nuestra identidad en aquel rol o actividad.

Por otra parte la actividad nacerá siempre desde un fondo de egoísmo porque en el fondo la estaremos realizando para afirmarnos a nosotros mismos. Cuando creamos que estamos dando, en realidad estaremos cogiendo. Esto implica el realizar la actividad en nuestras propias fuerzas y no desde Dios, lo que, afortunadamente para nosotros, suele terminar en fracaso y en la necesaria muerte de aquella falsa identidad con la que nos habíamos identificado.

Además, la oración pasará a un segundo plano en nuestras vidas y nos será difícil permanecer centrados en ella por tener nuestro tesoro y nuestro corazón en la actividad que desempeñamos y no en Dios o en su búsqueda sincera.

Debemos tener claro que ningún éxito exterior, ninguna actividad por buena y Santa que sea nos va a hacer felices. Nuestra felicidad es Cristo, solo en Él encontraremos nuestra verdadera identidad y colmaremos nuestro anhelo de ser. Un amigo me dijo que, en una determinada circunstancia, había recibido esta palabra del Señor: «desaféctate». Así debemos intentar desafectarnos de nuestra actividad y de sus resultados.

Otra manifestación de la misma tentación ocurre cuando utilizamos los medios que deberían servir como instrumentos para el camino espiritual (la oración, la lectura bíblica..) para mirarnos con autocomplacencia construyendo una de esas falsas identidades «espirituales» o cuando inconscientemente buscamos ser «Santos», «místicos» o «contemplativos» solo para sentirnos especiales y regocijarnos en nosotros mismos sin darnos cuenta de que estamos formándonos una idea de esos conceptos completamente errada y basada en nuestros prejuicios y de que estamos cayendo precisamente en la actitud mas contraria a la realidad de esos conceptos encerrandonos en nosotros mismos en lugar de abrirnos a Dios.

¿Significa esto que debemos abandonar aquellos medios (la oración, la lectura bíblica..) o nuestra actividad? No. Lo que debemos hacer es ser sinceros con nosotros mismos y mirar nuestras motivaciones ocultas. Solo el hecho de tomar conciencia de ellas es una luz que ilumina esas tinieblas. Nuestra mirada es una luz que las ilumina; allí donde se toma conciencia de algo se hace la luz necesariamente, pues para ver algo es necesario que haya luz.

Sucede que al principio de la vida espiritual las tentaciones son evidentes y el camino a seguir aparece claro. Normalmente tiene que ver con abandonar ciertos comportamientos exteriores que nos generan sufrimiento a nosotros mismos y a nuestro alrededor. Poco a poco, a medida que vamos creciendo, el camino pasa a ser interior. Quizás exteriormente estamos haciéndolo todo bien pero cuando nos ponemos ante Dios en la oración el sentimiento de nuestra indignidad o de nuestra gran insolencia nos embarga. Podemos tratar bien al prójimo pero aún estamos muy lejos de amarle. En lo exterior obramos bien pero en lo interior aún es precisa una gran transformación. Es en esta etapa mas interior cuando debemos confiar más y dejarnos hacer por Dios. Gran parte del camino en esta etapa es ese llevar luz a nuestras oscuridades tomando conciencia de ellas y poniéndolas ante Dios. No temamos: Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17.

Pidámosle a nuestro Señor Jesucristo la gracia de buscar nuestra felicidad solo en Él y no en el éxito de ninguna actividad por santa y buena que nos parezca, pues en la medida en que busquemos nuestra felicidad en ellas y no en Dios no podrán ser del todo santas ni del todo buenas y las estaremos convirtiendo en ídolos que nos estarán alejando de Él.

NUEVO LIBRO: CRISTIANISMO ESPIRITUAL JESUCRISTO EN EL CORAZÓN

Virtud y anhelo de Dios




Hay una virtud que nos acerca a Dios y una falsa virtud que nos aleja de Él.

La virtud verdadera nace del anhelo de Dios y esta siempre acompañada de una dependencia total de Dios. Conduce a la infancia espiritual; una actitud de mirada sencilla y buena hacia Dios que se regocija en su dependencia total de Él y no desea sino agradarle y caminar con Él. Esta virtud nace del anhelo de Dios y su camino acrecienta esta misma sed. Este anhelo, esta sed de Dios, es lo que realmente nos acerca a Dios y es la auténtica virtud. Es como un vacío que debe generarse para que Dios pueda llenarlo. Esta sed está oculta en todos; el camino recto que conduce a Dios es el que hace que esta sed aflore.

La falsa virtud puede ser exteriormente intachable pero no nace del anhelo de Dios sino del deseo de ser por nosotros mismos al margen de Dios. Busca justificarse asimisma ante Dios. Es una virtud que nos encierra en nosotros mismos en lugar de abrirnos a Dios. Nace del orgullo y engendra orgullo. A diferencia de la verdadera virtud, esta no se regocija en su dependencia de Dios. Quisiera ser grande y virtuosa por si misma y aborrece la verdad de su indigencia; de que no tiene nada y que no es nada sino que todo lo recibe de Dios. En el corazón de esta virtud esta el deseo de caminar sola, alejada de Dios, y no desea sino autocontemplarse y regocijarse en si misma en luciferina autoadoración.

Regocijémonos en nuestra total dependencia de Dios y pidámosle a Cristo nuestro Dios que la luz de su presencia ilumine nuestras tinieblas.

Entrada relacionada: Del pecado.


La oración de Jesús u oración del corazón. Consejos para su práctica.




La oración de Jesús u oración del corazón consiste en la repetición continua, preferiblemente interior, de una frase corta que contenga el nombre de Jesucristo o del Nombre de Jesucristo solamente. La forma mas común, muy utilizada por los cristianos del este es: «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mi».

La practica de esta oración suele comenzar como un complemento de la oración de diálogo o utilizarse cuando queremos orar mientras estamos realizando otras actividades que nos impiden estar completamente concentrados en la oración; sin embargo, es común que con el paso del tiempo, este tipo de oración vaya tomando cada vez mas importancia en nuestra práctica espiritual hasta llegar a convertirse en la principal forma de oración.

Al principio su práctica es difícil y no proporciona satisfacción alguna pero si perseveramos llegaremos a comprobar que es una herramienta muy poderosa para permanecer sin distracción en la presencia del Señor. Mi consejo es que hasta que su práctica no nos reporte ninguna satisfacción la utilicemos de manera complementaria a la oración de diálogo, que aconsejamos nunca abandonar. (Ver consejos sobre la oración de diálogo en la entrada La oración y sus efectos). La oración de diálogo, además de otros muchos beneficios, también ayudará a que la oración de Jesús progrese. Desde ahí, a medida que la oración de Jesús vaya dando fruto y experimentemos sus beneficios, le podremos ir dedicando mas tiempo exclusivo a su práctica además de, si queremos, utilizarla a lo largo del día mientras estemos realizando otras actividades.

Como hemos indicado hay dos formas de practicar esta oración: en quietud, dedicándonos a ella exclusivamente o mientras realizamos otras actividades.

A continuación mencionaré algunas dificultades que podemos encontrar en su práctica y algunos remedios que nos pueden ayudar.

La principal dificultad que encontramos en la práctica de la oración de Jesús mientras estamos realizando otras actividades es la volatilidad de nuestra atención. Depende de cual sea el tipo de actividad que estemos realizando esta nos demandará un mayor o un menor grado de atención. Hay actividades en las que es inevitable que la oración pase a un segundo plano y se mantenga como un fondo. Otras actividades, como pasear, si que nos permitirán una mayor atención a la oración. En cualquiera de los casos, cuando descubramos que nos hemos distraído y que estamos divagando, o que estamos repitiendo la oración muy de fondo, mecánicamente, sin apenas atención, es útil tomar conciencia de que El Señor esta ahí con nosotros escuchándonos. Considerar que nos está escuchando nos pone en su presencia. En cuanto tomamos conciencia de esto nos es mucho mas fácil volver a la repetición de la plegaria de manera mas atenta y centrada.

En cuanto a las dificultades que podemos encontrar cuando nos dedicamos a repetir esta oración en quietud, entre las mas habituales están: la distracción de la oración ya sea por tensiones o sensaciones corporales u otros pensamientos o divagaciones. La repetición superficial y desatenta que pasa como a un segundo plano mientras otros pensamientos captan nuestra atención. También la imposibilidad de repetir la oración por dolores y fuertes tensiones corporales. Los siguientes consejos podrán sernos de ayuda sobre todo en la etapa ardua, antes de que la oración comience a dar sus frutos y se vuelva gozosa:

  • Comenzar dedicando un tiempo a relajar el cuerpo y la mente. Esto es especialmente necesario si solemos experimentar molestias físicas durante la oración. También nos ayudará a repetir la oración de manera mas atenta y centrada. Podemos relajarnos atendiendo a la respiración o permanecer un rato en silencio relajándonos considerando por Fe que estamos ahí con El Señor. Este estado de relajamiento del cuerpo debemos tratar de mantenerlo durante todo el rato que dure la oración.

  • Repetir la oración muy muy lentamente, diciendo lentamente cada palabra de la frase, aunque dejemos bastante espacio de tiempo entre palabra y palabra. Esto nos ayudará a mantenernos relajados y a distraernos con menor facilidad.

  • Cuando descubramos que nos hemos distraído con divagaciones o que estamos repitiendo la frase mecánica y superficialmente recordar y tomar conciencia de que El Señor esta ahí con nosotros escuchándonos. Esto nos ayuda a ponernos en su presencia y a volver a la repetición de la plegaria de manera mas atenta y centrada.

  • Si nos cuesta mucho decir la frase completa podemos probar a repetir solamente el Nombre «Jesucristo». Podemos alternar entre el nombre solo y la frase completa cuando nos sintamos aburridos o fatigados de repetir una de las dos formas.

  • La actitud que debemos tener es la de «Solo quiero estar aquí con mi Señor pidiéndole su misericordia», no debemos estar a la expectativa de que nos suceda nada. debemos desestimar las sensaciones corporales y las otras distracciones utilizando el consejo de recordar que El Señor esta ahí escuchándonos para volver a centrarnos en la oración cuando nos hayamos distraído.


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Cuando alguien decide iniciar una rutina de oración con la esperanza de acercarse al Señor es frecuente que le cueste mantener la atención y tenga que traerla una y otra vez desde las numerosas distracciones hacia el Señor. Los días que nos sentimos mas fríos, sin ánimos para orar, la atención es mas volátil pero, si perseveramos, cada vez habrá mas días en los que nuestra oración será mas centrada y menos distraída. En esta etapa es necesario utilizar las palabras como un apoyo ya que, en el sabernos y sentirnos escuchados y mirados por el Señor se establece ese vínculo que permite mantener la atención centrada en Él. Sin embargo, debemos evitar que nuestro tiempo de oración se convierta en un monólogo que acapare nuestra atención apartándola de Él. Para ello es útil dedicar unos minutos al inicio de nuestro tiempo de oración a tomar conciencia de que El Señor esta ahí escuchándonos. También podemos utilizar esta herramienta en los momentos de nuestra oración en los que veamos que nuestra atención se ha apartado de Él y ha derivado en un monólogo. Nos detenemos y tomamos conciencia de la presencia del Señor considerando que está ahí, que existe realmente y que esta ahí escuchándonos. En mi experiencia es útil continuar dedicando un tiempo a desahogarnos con El Señor contándole nuestras preocupaciones y todo lo que sintamos que le queremos decir y después, ya mas sosegados, permanecer mas en silencio en su presencia considerando que esta ahí escuchándonos y utilizando una oración sencilla que concentre todo lo que sentimos que le queremos pedir para dirigírsela cuando sintamos que nuestra atención se ha alejado de Él y que así ese vínculo atencional vuelva a establecerse o simplemente para fortalecerlo. por ejemplo: «Señor Jesucristo, perdona mis pecados, bendíceme y ayúdame a ir por el buen camino que conduce a ti» o simplemente «Señor Jesucristo» o la que sea de nuestro agrado.

Si perseveramos, llegará un momento en el que El Señor nos regalará determinados sentimientos hacia Él en la oración cada vez mas frecuentes y mas intensos. Sentimientos de amor a ÉL, de agradecimiento, de admiración profunda, de adoración verdadera. También surgirán sentimientos de compasión que nos llevarán a orar por los demás y encomendárselos a Dios de todo corazón. Es el síntoma de que nuestra oración esta descendiendo al corazón. Estos sentimientos son el fruto del Espíritu Santo que ora en nosotros y mediante estos sentimientos nuestra atención es atraída y retenida en la presencia de Cristo sin apenas esfuerzo de nuestra parte. Cuando tales sentimientos aparezcan debemos dejarnos llevar por ellos y utilizar las palabras solo en la medida en que sintamos que sirvan para avivarlos. En esta etapa, y también previamente, es también de gran ayuda la llamada oración de Jesús u oración del corazón. La repetición continua en nuestro interior del Santo Nombre o de una oración corta que lo contenga inflamarán la llama del Espíritu Santo conduciéndonos a la Paz de su Presencia. Hay quien describe como el Inmenso y Majestuoso Rostro de Jesucristo, en cuyos rasgos toda realidad esta contenida, se le ha aparecido en el horizonte interior como el Sol del Nuevo día en una Teofanía inolvidable.

Muchos son los frutos de la oración aunque podemos resumirlos en amor a Dios y amor al prójimo. Estos se dejarán sentir mas allá de los momentos específicos que tengamos determinados para la oración, siendo frecuente que, aún en medio de labores cotidianas, involuntariamente, surjan sentimientos de amor, adoración y agradecimiento a Dios desde lo hondo de nuestro ser. Un fondo de Paz y alegría serena habrá sustituido la inquietud ansiosa en la que antes vivíamos. La confianza en el Señor nos llevará a percibir el mundo como algo a nuestro favor y no como algo hostil y amenazante. La Paz de Cristo se convierte en un refugio en nuestro interior e irradiaremos su Santa presencia difundiendo su perfume allá donde vayamos. Los demás percibirán esa Paz y vendrán a nosotros inconscientemente buscando esa presencia. Desde ese fondo de serenidad nuestra relación con los demás cambia sustancialmente. Dejamos de sentirnos afectados por nuestra inquietud y por la de los demás y todas las tensiones previas son ahogadas en ese fondo de Paz. La alegría, la serenidad y la Paz interior sustituyen al miedo como la luz a la oscuridad y nos sentimos mas valerosos. La Paz del Espíritu se comunica a nuestro cuerpo limpiando las puertas de la percepción y la realidad exterior comienza a transfigurarse mostrándose mas hermosa, con una nueva nitidez, con los colores mas vivos. Parece haber un cambio en la manera de percibir las dimensiones de las cosas. Con frecuencia quedaremos asombrados mirando la grandiosidad de las nubes o de los edificios o el intenso azul del cielo.



Avisos para la oración y la devoción de Fray Luis de Granada