La Canción de las canciones


Así como una onda sube y baja en igual medida hasta que cesa la vibración, a cada alegría terrena le sigue una tristeza directamente proporcional. La ausencia de lo que causaba la alegría llega, pues en esta vida todo es impermanente, y tiene lugar una pequeña muerte que nos anticipa nuestro irremediable final donde todo apego y toda cadena que nos une a este mundo serán disueltos.

Es ahí, donde ya no hay mas vibración, donde está el lugar de lo inmutable, de lo eterno, de Dios. Ahí esta el silencio que sostiene todos los ruidos; el vacío lleno que sostiene todas las ondas; la esencia que sostiene todos los fenómenos; el lugar donde no hay si-no sino solamente el gran SI, lo que Es.

Pongamos nuestra esperanza y busquemos nuestra alegría en el inmutable, busquemos alcanzar ese gran silencio de la muerte mística donde el aspirar – espirar de la respiración cesa, el péndulo se detiene, la serpiente alza el vuelo, la canción de nuestra vida se silencia y deja lugar a la canción de las canciones y ya no hay perturbaciones temporales sino solo la presencia de El Que Es; El Gran Rey Cristo Jesús; nuestro Señor y Salvador.