Esta vida es un exilio de nuestra verdadera morada. Imagen de esto es el pueblo de Israel en Egipto. Egipto simboliza nuestro estado terreno de ignorancia de Dios. La liberación de Egipto es la primera experiencia fundante que Dios regala a aquél que está preparado para ello. Entonces comienza el éxodo por el desierto donde tiene que morir nuestro falso yo. Finalmente, al otro lado del río Jordán que simboliza la muerte de lo viejo y el renacimiento y reencuentro de nuestra verdadera identidad en el conocimiento de Cristo, está la Jerusalén celeste, la vida verdadera y nuestra verdadera morada eterna: CRISTO.
Egipto es nuestro estado terreno: Adán, el hombre viejo, la tierra, la noche, la oscuridad, el sueño, la semilla, la sed. El NO. La carencia y la esclavitud.
Jerusalén es nuestro estado celestial: Cristo, el hombre nuevo, el cielo, el día, la luz, la vigilia, el fruto, la saciedad. El SI. La plenitud y la libertad. JESUCRISTO.

